Apenas segundos después
de ese mismo hallazgo, exactamente el único que pudo desestabilizar por
completo al ser que pretendía encontrarse con ella, una última vez en aquel
mismo lugar, surcando el aire a bocanadas, sintiendo que no pertenecían a ese mundo.
Ellos eran la esperanza que toda persona pierde al mínimo obstáculo que se les
cruza. Ahora los ojos de aquel muchacho solo eran órbitas impactadas por ese
mismo hallazgo, no podía siquiera parpadear aunque quisiera. Sus constantes
vitales no le pertenecían, el subconsciente se había escapado y ocultado en
algún otro cuerpo. Dejó caerse y precipitadamente sus rodillas tocaron el suelo
cubierto de nieve, acercó sus manos a la zona que se mezclaba con un líquido
escarlata de un tono más claro por la nieve y entonces… juntó sus manos con las
de ella, estaban frías… eran las manos de un cuerpo sin vida.
El cuerpo inerte de él
estaba totalmente fuera de lugar, ahora era dos piezas fácilmente separables,
su corazón dejó de palpitar, porque su vida se había ido con la de ella.
Intenta
desesperadamente que no surjan los recuerdos al ver su cara, ahora tan sumida
en la palidez, en la pausa de sus latidos sin retorno. Pero de a poco que se
escabulle de los más míseros recuerdos, tan pronto como deja de pensarlos,
vuelven tan frágiles y vivos como aquel entonces, cuando sus manos aún
calientes rozaban las suyas. El destello que frecuentaba en su labio inferior
cuando abarcaba una sonrisa. Aparta sus manos de su cara, quiere enfrentarse a
la verdad, aunque le cueste la vida. Comienza a respirar tan rápido que incluso
podría llegar a traspasarle el pulso a ella, mientras él muere, pero sabe que
eso es remotamente imposible. Acaricia su cabello, tan suave como ayer, recorre
una de sus mejillas y una lágrima se mezcla con la tez pálida y fría de ella, y
ahora comprende que cuán trágico es el final inesperado, ahora sabe cómo es
morir sin ser asesinado.
Buscó rápidamente la
forma de intentar calmar la agonía que llevaba arraigándole desde el primer
momento que pudo captar el hallazgo que estaba a punto de acabar con su vida,
como terminó la de ella. Seguidamente, sin apenas levantar cabeza, buscó el
tacto frío del arma de fuego que llevaba consigo, era la misma arma que podría
haberla salvado y acabó siendo lo que terminó con la vida de un amor perdido.
Se llevó la pistola a la frente sin dejar de mirarla, su subconsciente había
expirado, ahora solo podía pensar en tener el mismo trágico final que ella.
Sintiendo cómo tocaba fríamente su piel, acarició la empuñadura de la pistola
apretando con fuerza, la única que le quedaba. Introdujo el dedo en el disparador
y apretó el gatillo envolviéndolo en una eterna oscuridad.