La última noche que rompimos los acuerdos para crear otros nuevos.
Me sentí aturdida durante un instante, justo el tiempo en el que él había colocado uno de mis mechones sueltos detrás de mi oreja. Hacía unos segundos supe la perfecta temperatura que emanaban sus labios, su peculiar forma de sonreír en cada pausa del intenso, pero delicado beso. «No podría ser cierto» me dije, intentando no pensar demasiado en aquel momento, no intentado pensar en las palabras recientes que escuché, pero él seguía observando mi reacción, me dediqué por un segundo a contemplar sus ojos, la pupila ligeramente dilatada por la falta de luz y el iris de un tono escarlata con matices azules. Entonces, mi mano se adelantó a la suya y cuando mis movimientos eran completamente involuntarios, le acaricié la mejilla recorriendo torpemente la línea de su mandíbula. Le atraje hacia mí y, esta vez, fui yo la que comenzó una nueva conexión.
Al separarnos un coro de satisfechos suspiros ahondó en la habitación.
— Te
quiero —dijo intentando parecer lo menos
alterado posible—, pero creo que debemos de parar todo esto, y no dejar que
avance más. Nos hará daño.
Mi
aturdimiento se amplificaba. Bajé mi mano de su mejilla y rechiné mis dientes,
ignorando su comentario me senté en la esquina que quedaba sin ropa amontonada.
Pronunció mi nombre como una súplica para que le mirase, en verdad no quería
nada de él. No sabía lo que sentía, o lo peor de todo, no supe encontrar las
palabras para decirle que no quería que esto nunca acabase. Que daba por hecho
que esto debía continuar, porque de alguna forma me hacía sentir liberada, le
quería. Y ahora se encontraba en frente de mí, intentaba destruir todo esto,
ahora lo comprendí. Ese había sido el último beso.
— ¿De verdad? ¿Puedes decirme que me quieres? Estás intentando destruir
esto, porque yo...—aclaré mi garganta, ya que un nudo se empezaba a formar en
ella—...yo no quiero que esto suceda así. Da igual las proezas que combatamos,
no importa si no podemos vernos más a menudo. Porque estoy segura, de que
encontraremos la forma, encontraremos la manera de juntarnos. Cada día, nos
esforzaremos para que esto siga vivo, y correré millas si hace falta, porque te
quiero y nunca he querido a nadie de la misma forma que yo te
quiero. —Levanté mi mentón y le miré como a quien mira un ángel lleno de
belleza, le miré hundiéndome en sus ojos— Podemos intentarlo...
Se acercó a
mí con la gracia del movimiento de un felino. Me ofreció su mano y la tomé,
haciendo levantar mi cuerpo y permanecer de pie apoyada en su pecho, de este
modo posó su mano en mi cabeza y me apretó a él, no queriendo dejarme escapar,
tampoco pretendía hacerlo, me sentía más segura de esa forma. Hundió su mano en
mi pelo y me besó en él.
— Claro que lo intentaremos, lo siento...—Agarró mi barbilla para
ponerla a la altura de la suya—Te amo y si hay una vida después de esta, te
amaré también entonces.
Finalmente
me besó, recordando las últimas palabras, las saboree acariciando sus labios y
sintiendo la necesidad de repetir ese momento una y otra vez.
***