08 julio, 2012

Sueño liberador.

Desperté de mis impulsos por ver la luz que me cegaba, el aire a limpio y el cántico de las pequeñas aves era tranquilizador. Hacía varias semanas que me preguntaba cuándo volvería a casa, cuando encontraría el camino para encontrarla. Aunque siendo realistas, ni siquiera la tenía. Divagaba por las estrechas calles buscando alojamiento en aquellos que acompañaban mi desgracia, un poco de calor, un poco de pan o agua siempre se agradecía, sobre todo en tiempos de navidad, donde muchas de las familias festejaban estos días. Tan felices, calientes en sus casas, cómodos y radiantes con una sonrisa bien colocada en su cara. Llenos de regalos, de objetos materiales que durante unos días podrías utilizar, pero luego al pasar de utilizarlos se guardaban en un viejo cajón y de allí no daban la luz hasta que el sentimiento de melancolía por tiempos mejores apareciese. No se necesitan esos míseros objetos que no valen nada, se necesita el cariño, el amor, la amistad, la compañía de una buena familia. Y sobre todo, la felicidad de ser quien eres.

      Levanté la vista al cielo, algunas nubes se asomaban para decirme los buenos días, tenía que imaginármelo, no me quedaba más que eso, más que la esperanza de ser alguien para otra persona, de ser importante entre muchos. De sonreír por una causa, de levantarme cada día con ganas de combatir aquello a lo que quiero vencer. Me acaricio las manos, las levanto hacia el mismo cielo, separo mis dedos y miro a través de ellos. Volar, qué divertido sería ver a aquellos desdichados en lo alto.


      Caminé hacia un rumbo sin determinar, esperando alguna señal que me indicara que iba en buen camino.

          Atte: Dreamer.


Soy un soñador.

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