29 noviembre, 2011

Quedarse sin aire.

Déjame probar un poco de tu alegre corazón porque el mío está triste, de tanta traición.
Todo es cuestión de costumbre. Nos acostumbramos incluso a lo que nos hace mal. Mejor malo conocido que bueno por conocer, ¿no? Pero luego, a lo que no estamos acostumbrados, nos desconcierta, nos inquieta. Para que vamos a cambiar si así estamos bien.
Nos da pánico la idea de despertar y sentir que todo cambió, que nada es como era.
Cuando te acostumbras a un amor, a una piel, a un olorcito, a una sonrisa. Perder todo eso es como quedarte sin aire.

Necesidad.

Me mata la necesidad de estar contigo. De quererte sin rencores de por medio. De no poder decirte que eres el que me hace feliz. Incluso cuando realmente estoy apunto de caer, puedes y sabes como levantarme. Sé que aún hay una parte de mí que no ha vuelto, y se perfectamente donde está. Mejor dicho, con quién está.
De hecho, la sensación de amarte cada día, aunque no pueda de la misma manera de antes. Persiste en mí. 
Soy yo quien controla mi vida, pero no estoy completamente "entera" sin la pieza de mi pequeño puzzle que me falta. Cariño, eres tú. Siempre has sido tú. En los mejores, en los peores momentos. Se ha vuelto una necesidad, el quererte y adorarte. Cuanto me cambió la vida solo el conocerte..


"Quisiera saber si confías en mi verdad, o si todas tus promesas se van a quedar en nada, quisiera saber si eres la pieza que me falta para andar y darme cuenta de que eres lo que buscaba."



22 noviembre, 2011

Solo juega un corazón.

Qué difícil es decirte adiós, si te he querido tanto, cómo puedo explicarte amor sin hacerte daño.
Que no siento lo mismo, mis sentimientos ya han cambiando..

Esas ganas de decirte lo mucho que quiero hacerte saber lo cuanto te quiero, que te necesito y que sin ti mi mundo se tambalea, al igual que mi corazón se desboca en cada lágrima que derramas. Pero ya no, ya no puedo decirte que te quiero para mí. Porque esto que había sentido, que tanto me ha dado. Se ha ido. Y sin ninguna explicación no he podido reprimir el deseo de odiarme. Por lo que mi corazón ahora no siente. Porque ahora cariño, solo juega un corazón.

..Perdón si te duele, si te digo que te quiero pero no de la manera que tú quieres, perdóname.

21 noviembre, 2011

Empecemos por un "para siempre".

Carta a una amada:


Cariño, entiende que no pueda expresar todo lo que mi corazón desboca en cada una de tus sonrisas en unas simples palabras escritas, pero a la vez las hacen hermosas escritas por la tinta de ésta, mi pluma. La pluma que me has regalado, mi vida. ¿Sabes que saco amor de donde no me cabe? Porque solo tú haces que salga, que me enamore cada día más de ti. De tus pequeños gestos, de esas miradas en disculpa, de esas pequeñas maneras de ver la vida. De tu lado juguetón y despreocupado. De tus ganas de vivir la vida, como si fuese solo uno. De regalarme cada mañana esa sonrisa de niña. Espero que esta hermosa sentencia, perdure por el resto de nuestros días, hasta incluso después de la muerte. Porque me opondré hasta en lo imposible por ti. Recuérdalo, como algo que sucedió por pura casualidad. O simplemente porque a eso que hacen llamarse destino ha tenido algo que ver en que nos hayamos encontrado, al fin. Quiero que sepas que te amo, al igual que lo haré mañana, y pasado, y el próximo.. Porque el tiempo que quiero estar contigo, no se puede medir. Tan solo, empecemos por un “para siempre”.


Posdata: Te amo.



Derecho a cumplir sueños.


En un mundo donde cada vez hay menos margen para soñar, llevar una vida intrascendente es tan sencillo como dejarse arrastrar por la rutina y aceptar que de nuestra existencia no hay que esperar grandes cosas.
A no ser que un día, cansados de tanta mediocridad, nazca en nosotros el imperioso deseo de convertir en realidad todos aquellos sueños que se vieron truncados cuando alguien nos convenció de que la vida no era como la imaginábamos.

Me enamoraste.

Supongo que nunca entenderé la verdadera razón por la cual me encantaba mirar sus ojos, sí, ese pequeño hoyuelo que se le formaba cuando sonreía. Esa sonrisa que se le creaba cuando me veía. Y me contagiaba. Me hacía feliz. Me sentía viva, sentía que el mundo se paraba, que no avanzaba. Los dos parados en el tiempo, miradas que me mataban, que me hacían darme cuenta de lo mucho que lloraría después. Por él. Por nunca poderlo tener. Por esa pequeña coincidencia que nos unió. Por ese día que recuerdo con sus más mínimos detalles. Simplemente la perfección se hizo realidad. Pero al poco se fue creando algo melancólico en mí. Quizá el simple echo de nunca probar el sabor que tanto ansiaba, el de sus labios. Esos labios que me saludaban, esos mismos que me hacían sentirme especial. Y ahora lo recuerdo todo, recuerdo el dolor que sentí cuando le veía compartir sus risas con otras. Con otras que no fueran yo. Afortunadas serían, pensé yo. Es tan estúpido que me duele, me duele el recuerdo de la primera vez que me abrazó. Sentir el calor que irradiaba hacía que mis mejillas tomaran un distinto color, uno más sonrosado. Pero me sentía eufórica, porque mi corazón me delataba. Mil pulsaciones por minuto, cada latido en mis oídos. Cuando hundió su cabeza en mi pelo. Y sentí su respiración. Tan juntos, pero tan lejos. Luego me miró, me miró con los mismos ojos de la primera vez que me vio. Esos que no entendía, que no podía describir. Porque eran distintos, eran indescifrables. Después de ese abrazo, todo se volvió más confuso. Pero a la vez más encantador, y luego esa misma sensación de estar los dos solos en el mundo, esa música de fondo de un cercano violinista. Su cara, sus labios, esos labios que se abrían y se acercaban al mismo tiempo. Pero, ¿A dónde?. Y los sentí, los sentí rozar mis labios, los míos. Poco a poco me besaba y me gustaba. Sentía mi estómago revuelto, cientas de mariposas ahora me inundaban. A la vez que él, cerré los ojos. Y ese momento se volvió mágico y eterno. Porque desde aquel momento supe, lo que mi corazón sentía, lo que su corazón sentía. El mismo lugar, la misma hora. Ese fue el día en que nuestras almas se abatieron para encontrarse.

Toda la vida.

Al posar mi mejilla en su hombro, sentí su calor. No lo podía ver, pero sé que sonreía. Me atrajo hacia él, y me envolvió en un hermoso abrazo al que no pude renunciar, simplemente necesitaba ese momento. Era tan sumamente irónica que gemí al sentir sus manos en mi espalda. Mis ojos estaban llorosos, y ahora lágrimas caían por mi mejilla, se separó de mí para mirarme un momento y sus ojos mostraban preocupación por mi. Dulcemente me limpió las lágrimas rebosantes de sal y me cogió la barbilla, diciéndome en un suave susurro - Te quiero - Sonreí, sonreí mucho y le cogí la cara con ambas manos, acariciándole a la vez ese pequeño hoyuelo que se le formaba y a la vez le delataba de que ahora sus labios formaban una hermosa sonrisa. Una sonrisa creada para mí. Y al fin pude decirle - Cariño, yo no te quiero.. - Sus labios ahora estaban serios, pero yo sonreía como antes, con dulzura. Pasé mis labios en los suyos, no besándolos, rozándolos, y sintiéndolos. Le miré de nuevo a esos hermosos ojos, los que me miraban ahora, preocupados quizás. Y terminé mi frase que tanto ansiaba - Yo te amo - Sin sonreír aún me hundió en un fuerte abrazo, pero lleno de ternura y amor. En un simple susurro, hizo que mi mundo se tambalease. - Moriría por tí, y renacería para volver a estar juntos, toda la vida - Me miró a los ojos - Desde el principio - No dijo nada más, ahora nuestros labios se hundían en un profundo beso, uno de esos que te llenan, que llenan toda la amargura y rabia que tenías. Un beso verdadero, de la persona con quién pasarás el resto de tu vida. Esa quien te cuidará, te sonreirá en los momentos más difíciles y te amará toda la vida.

Ser amado.

No querer expresar realmente lo que sientes a ese alguien, porque te impide la duda de comenzar una historia. Porque tienes miedo de salir dañado. Un daño al que yo le llamo amor. Amor que solo piensa en sí mismo. Que viene cuando se le antoja. Y se va cuando menos te lo esperas. Esperar un latido que contenga más de una lágrima. Una lágrima grande llena de sentimientos que se alteran al mirarle. Mirar la inmensidad de los ojos que puedan llegar a besarle. Besar los labios por los que morir en la tumba de su lengua. Lamer cada extremidad de su cuerpo. Cada movimiento único en el momento. El momento de salir de allí. De allí donde te has sentido extraño. Extraño de lo que sientes. De lo que sientes con él. Él que con solo darte poco, te lo da todo. Todo lo que necesitas se compone en una persona. Esa persona llega a ser tu vida entera. La vida se hace perfecta y feliz. Feliz sabiendo que poco a poco te has enamorado. Enamorado de la persona que creías estar perdiendo. Perder todo aquello que has amado. Amado... Ser amado. Y comprender lo bueno del amor.

Me importas.

¿Y qué quieres que te diga? Si lo que realmente me importa eres tú. Que solo quiero que estés bien, da igual como tenga que hacerlo, la manera no la sé. Solo se que tarde o temprano podré decir, que vivimos todo aquello que nos hizo feliz. No hagas que sea más difícil de lo que es. Solo recuérdalo como algo que fue y que pasó. Algo realmente especial.