21 noviembre, 2011

Ser amado.

No querer expresar realmente lo que sientes a ese alguien, porque te impide la duda de comenzar una historia. Porque tienes miedo de salir dañado. Un daño al que yo le llamo amor. Amor que solo piensa en sí mismo. Que viene cuando se le antoja. Y se va cuando menos te lo esperas. Esperar un latido que contenga más de una lágrima. Una lágrima grande llena de sentimientos que se alteran al mirarle. Mirar la inmensidad de los ojos que puedan llegar a besarle. Besar los labios por los que morir en la tumba de su lengua. Lamer cada extremidad de su cuerpo. Cada movimiento único en el momento. El momento de salir de allí. De allí donde te has sentido extraño. Extraño de lo que sientes. De lo que sientes con él. Él que con solo darte poco, te lo da todo. Todo lo que necesitas se compone en una persona. Esa persona llega a ser tu vida entera. La vida se hace perfecta y feliz. Feliz sabiendo que poco a poco te has enamorado. Enamorado de la persona que creías estar perdiendo. Perder todo aquello que has amado. Amado... Ser amado. Y comprender lo bueno del amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario