16 abril, 2012

Capítulo 2.



¿Sabéis esa sensación que entra al conocer a alguien del que presientes que estará en tu memoria un largo tiempo? Y eso pensé cuando le vi.

Salimos al fin del Instituto y nos paramos justo enfrente del tal Ezekiel. Habla con sus amigos y Cloe no se corta nada y le sigue con la mirada. Le doy un pequeño codazo para que se comporte y me sonríe, pero una sonrisa picarona, una de esas que me preocupan.
Se acerca de mi oído y me quita el mechón de pelo rubio que lo entorpece.
- El de la camisa a cuadros.
Sin quererlo mis ojos se fijan ahora en el chico que me ha indicado justamente con esa camisa, es moreno y también tiene el mismo peinado que Ezekiel. Pero éste tiene los ojos verdes, aunque no puedo diferenciarlos, lo que sí, puedo ver es ese piercing en el labio de aro que a veces juega con él.
-¿Qué te parece?
La miro y le hago un “Ok” con la mano.
Se ríe por lo bajo y pasamos por delante de ellos. Aunque yo no quiera captar su atención lo hacen, pero a Cloe no le importa, incluso les despide con la mano. Yo sonrío a Ezequiel al igual que él me despide con una sonrisa. ¡Pero que mono es!

Llego a casa luego de despedirme de la pesada de Cloe, me ha dicho que ha sentido un flechazo con ese tipo. Me río para mis adentros, en realidad la quiero muchísimo. La conocí en primero de la ESO, y hasta ahora que estamos las dos en cuarto. Cuatro años aguantándola. Dejo las llaves en el bol de cristal de la entrada y la chaqueta la cuelgo en el perchero. Camino hacia mi habitación sin saludar ni nada, cierro y enciendo el radiocasete.
Al poco empieza a sonar Simple Plan. “Astronaunt”. Dejo la bandolera en el suelo y me echo en la cama. Cierro los ojos escuchando cada letra de la canción y al poco me duermo.

Me río y lo miro feliz, es muy agradable estar con él. Repetidas veces dice mi nombre, aunque ahora Ezekiel grita mi nombre. Me zarandea.

Abro los ojos, y me siguen zarandeando.

Me encuentro con los ojos de mi madre. Me llevo una mano a la boca para ocultar mi bostezo.
- Menuda siesta que te has pegado.
Hago unos ruidos extraños.
- ¿Qué hora es? -consigo pronunciar-.
- Las ocho y diez de la tarde.
- Pues sí que he dormido. -Siento el crujido de mi estómago-.
Mi madre me mira dulcemente como suele hacer, con su hermosa sonrisa que me tranquiliza.
- ¿Quieres que te prepare algo, cariño?
- Está bien.
Le sonrío y antes de que salga de la habitación hace lo mismo.

Me levanto aún bostezando. Mi madre Yolanda siempre ha sido una mujer muy dinámica, hace duras horas trabajando para una compañía de moda. Es una buena diseñadora, aunque no sea reconocida. Me encanta la manera en la que dobla mi ropa, y la manera en que me sonríe para poder consolarme. Es como si fuera mi medicina para muchos de mis problemas.
Ella siempre intenta hacernos feliz con cualquier cosa.

Abro mi armario y encuentro unos shorts deportivos negros para ponerme. Me quito los pantalones vaqueros y los cambio por los shorts. Me dejo puesta la misma camiseta de tirantes azul y salgo de mi cuarto, sin ponerme las zapatillas. Descalza, como no. Sentir ese fresquito del parquet.

Respiro el ambiente, croquetas de jamón caseras. ¡Como adoro a mi madre! Entro en la cocina y la abrazo por detrás. Ella me sonríe y me da el plato con las croquetas. Empiezo a coger una.
- Cuidado que queman.
Me quemo el dedo y sonrío tontamente.
- Gracias Mamá.
Y salgo de la cocina hacia el salón.
Poso el plato con las croquetas en la mesa de comedor y cojo dos. Busco el mando de la televisión, no está. Miro entre los cojines, lo encuentro. Hago zapping y me acomodo en el sofá. Oigo unos pasos, es mi perro. Le acaricio el bello pelaje de un Golden Retriever blanco.
Olisquea mi otra croqueta, y al final se la doy. Me levanto y cojo más croquetas, y claro otra para Shion. Se la acaba de un bocado y luego se relame. Extasiado se va del salón hacia el jardín. Sonrío mirándole pasear por la casa, con esa manera, tan poco despreocupada y torpe.

Llevo el plato vacío a la cocina y subo a mi habitación.
Al cerrar la puerta un toc-toc, resuena en mi habitación, la abro sin haber dejado aún de coger el manillar. Mi padre.
- Hola, cielo.
- Hola papá.
Y sin que me dé tiempo a decir nada más me da un fuerte abrazo, uno de esos que se necesitan todo el tiempo. Sonrío y le envuelvo en mis brazos dejando caer mi cabeza en su hombro.
- ¿Me echaste de menos?
- ¿Qué pregunta es esa? Pues claro que sí.
Esta vez se ríe de felicidad y me mira a los ojos.
- Esta vez, me iré dentro de dos semanas.
- ¿Dos semanas?
- Sí cariño…
- ¿Y volverás…?
- Llegaré a tiempo para tu cumpleaños cielo, no te preocupes.
- Está bien.
Y con otro fuerte abrazo, en miradas y sonrisas terminó la conversación y al final me dejó sola en la habitación.

Ahora pienso en cuando le dieron ese maldito trabajo, siempre viajando, aunque fueran en ciudades cerca de la que estamos. Pero aun así, se le echaba en falta en casa. Y esta vez, calculemos … Si se va dentro de dos semanas, y para mi cumpleaños falta un mes. Estará casi tres semanas fuera. Creo que se ha superado.
Dejo de pensar en ello, miro la hora, las nueve y cuarto. Me pongo a hacer los dos ejercicios que me han mandado de Verano, da igual, luego no me acordaré de hacerlos.
Termino algo cansada, miro de nuevo el reloj de mi mesilla de noche, las diez menos cuarto.

En realidad aún no quiero acostarme, así que enciendo el ordenador. Tarda un par de minutos en encenderse, y pienso donde conectarme. Me conecto.
Conectando … 30%, 60%, 70%, 99% …
Conectada.

Nada fuera de lo normal, dos invitaciones a eventos. Una foto con comentarios, recuerdo cual es. Espera. Una petición de amistad. Me emociono, pero como siempre hago lo dejo para el final, claro, lo mejor. A uno de los eventos digo que no, y al otro quizás. No quiero arriesgarme. Miro la foto y me río. Ana y yo con dos caras muy extrañas y los dedos de Cloe con el símbolo de la victoria. Estropeando toda la foto. Respondo al comentario de Ana y vuelvo a inicio. Miro por un momento, esas letras en verde resaltando en el azul y en el blanco.

Seguramente sea un estúpido. O no sé.
Al final, me dejo de rodeos y cliko.


Ezekiel Santos.

“ Hola, ¿te acuerdas de mí? Jaja, espero que sí.
Te dije que ya nos veríamos ¿no? Aquí me tienes, preciosa.”

Me quedo en blanco y vuelvo a inicio, repitiendo la misma operación. Sí, era él.
Buff, está muy guapo en la foto de principal. Le doy a “Aceptar”.

Y esa noche me divierto viendo sus fotos, y soltando alguna que otra sonrisa, y risilla también. Veo una foto que me desconcierta. Él agarrado con dos chicas. Una morena y la otra castaña. Y en ese momento me siento celosa, o quizás por no estar en el lugar de aquellas chicas.

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