16 abril, 2012

Capítulo 3.


La Luna aún puesta, redonda, hermosa como ella quiere, deja que los demás contemplen su belleza con esos destellos lunares, y junto a ella le acompañan algunas estrellas perdidas, que dentro de poco se esfumarán al igual que ella.
   Suena el despertador o quizás sea el teléfono móvil lo que ahora interrumpe el sueño de una guapa y joven muchacha. Aturdida consigue incorporarse y alcanzar el objeto que le ha despertado, contesta marcando la pequeña tecla verde.
Es el teléfono móvil lo que la ha despertado, está extrañada y molesta,  y se pregunta así misma en voz alta.

   - Demonios, ¿Quién llamará a estas horas?, ¡Es Sábado!
 
Una vocecita sale del altavoz del móvil.

  - Soy yo boba.
  - No conozco a ninguna yo.
  - ¿Ves como eres boba?
  - ¡Encima de despertarme me insultas!
  - Que no tonta.

  Ríe.

  - Otra vez…
  - Perdona, perdona.
  - ¿Se puede saber que hora es?
  - Tan solo las ocho y media.
  - ¡Leticia!
  - Quería preguntarte si querías salir hoy.
  - No me apetece.
  - ¿Tienes un día malo o qué?- se pregunta la amiga.
  - No, tan solo que no me gusta la idea …
  - Está bien, supongo que me encerraré en casa a oír música triste desesperadamente.- Reacciona sarcásticamente.
  - No me seas manipuladora y exagerada.
Risitas al otro lado de la línea.
- Yo no soy nada de eso, eres tú la que no quieres salir -ésta da un suave suspiro-. En todo caso ya sabemos quien es la rara de las dos.
- ¡Qué capulla!
Risas.
- Entonces, si quieres vamos al cine, han estrenado una nueva que parece ser exitosa.
- Está bien, pero cuando te vea, ¡te pegaré!
- ¡Qué miedo!- irónica.
- Estúpida.
- Yo también te quiero.
- Sí, mucho. Hasta luego capulla.
- Hasta luego bicho raro.

Cuelgan a la vez.

La llamada ha terminado.


Mientras afuera en la ciudad.

- Sara, ya he vuelto.
La voz de Fast es suave, adora a su hermana. Segundos después Sara sale de la habitación, sus shorts apretados hacen lucir unas piernas largas y bien bronceadas, al contrario de su camiseta, larga y aflojada. Tiene un estilo dulce y natural, sus ojos azules más brillantes causado por las lentillas recién puestas después de salir de la ducha, su pelo negro y mojado, hace caer las gotas sobre sus hombros y resbalan por su espalda admirando sus curvas bien trabajadas por horas extras dentro del gimnasio.
- ¿Cómo te ha ido?
Sonríe.
- Empezaré mañana.
Ríe sereno, feliz.
- ¡Eso es fantástico!
Abraza a su hermano, se siente feliz.

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